Por Victoria Aldunete Morales
Hoy hablarán de obreras calcinadas o de huelga de 13 semanas que se cerró con una gran manifestación de mujeres en 1909, un 8 de marzo. Pero de la huelga de 1905- también en marzo- llevada a cabo contra el acoso sexual de los capataces, no hablarán porque echa por tierra la teoría de que las obreras sólo se rebelaron por la explotación de clase...
Llevaban meses denunciando a la patronal que había capataces que las acosaban sexualmente, pero los patrones no escuchaban, por eso el 28 de marzo las obreras del taller de pintura del empresario de porcelana, Haviland en Limoges, Francia, declaran la huelga. Su objetivo: que terminen con los abusos sexuales de los capataces. Violencia sexual de hombres que eran de su misma clase social. Hombres que se aprovechan del escaso poder que el patrón les entregaba y lo usaban contra quienes vienen directamente "bajo ellos" en la escala patriarcal: las mujeres de su clase.
En memoria de Camile Vardelle
Otros talleres de mujeres se plegaron a la huelga contra el acoso. Veinte días más tarde, el 17 de abril, no habiendo logrado que las insurrectas desistieran, la patronal envió soldados a disolver la huelga. Dispararon. Quedaron varias heridas y una asesinada: Camile Vardelle. Sólo sabemos de ella que era una joven obrera, e imaginamos que si hubiese sido un hombre, alguna cantata, varios poemas y numerosos trozos de la historia, la mencionaráin, pero fue una mujer...
Hasta hoy sucede. En los supermercados, guardias acosan a trabajadoras, compañeros de oficina abusan a colegas, en la calle cualquier vecino de nuestra población se cree con el derecho de burlarse de nuestro cuerpo, y los "amigos" o conocidos, en una fiesta por ejemplo, violan a mujeres. Son hombres de la misma clase social de las mujeres abusadas y acosadas.
Por otra parte, en los últimos años hemos observado que asaltantes pobres, en casas de ricos, no sólo roban si no, abusan sexualmente a mujeres, adolescentes, o niñas de la burguesía. Los hombres pobres se cobran venganza con las mujeres de los ricos. Como siempre, las mujeres botín de guerra de quienes sean, pobres, ricos, invasores colonizadores o colonizados invadidos, de soldados del estado, torturadores o guerrilleros.
No es cuestión de clase, es de género. Por eso el enfoque de género, una elaboración feminista- y no un instrumento técnico de instituciones, es la denuncia de los abusos sobre el cuerpo- el trabajo, la psiquis- de las mujeres, de parte del género masculino.
El feminismo ¿blanco, burgués y occidental?
La imputación acostumbrada- bastante xenofóbica- de compañeras de movimientos sociales de izquierda, indigenistas, anarquistas es que el feminismo es blanco, burgués y occidental. Es decir, nosotras las feministas de estos lares seríamos incapaces de pensar y actuar políticamente independientemente de los hombres... Bueno, el feminismo es blanco, sí, y también afro, y también mestizo, y también chino, y también chicano, indio y árabe... Porque donde hay mujeres y mientras exista el patriarcado, habrá feministas. El feminismo también es burgués, sí, liberal se le ha llamado. Hay además un feminismo radical, uno socialista, uno anticlerical, anarquista, autónomo, comunitario... El feminismo en su historia ha tenido y tiene diversas expresiones y corrientes que comparten la denuncia contra el patriarcado y la intención de modificarlo. ¿Y que el feminismo es occidental?, sí, y también africano, asiático y latinoamericano.
Protagonistas de la propia lucha
Las mujeres hemos tenido que rasguñar nuestra historia hasta debajo de las piedras, porque nos han negado más de tres veces- un millón. Hemos ido conociendo nombres de feministas tercas que han quedado en la memoria por su fuerte activismo, pero también porque la Historia del Hombre, a menudo intenta mostrarnos que la rebeldía es sólo para elegidas. Así, muchas hemos sentido que somos una más del montón, y que entonces organizarse con otra es sólo para las más brillantes. O sea, la Historia del Hombre ha sido una vía más de desmovilización del feminismo.
Hay orígenes feministas y de clase, presentes en la historia de Latinoamérica aunque muchos izquierdistas piensen que sólo vamos a su siga y nos canten cosas como Y cuando yo me muero, querida compañera, mi lugar lo ocupas tú.
Flora Tristán: obrera y empleada doméstica
Hija de un coronel peruano y una francesa, trabajó como obrera litógrafa a los 17 años en el taller de André Chazal, se casó con él y tuvo tres hijos. A la larga, abandonó a su marido y para sobrevivir, trabajó como empleada doméstica de una familia inglesa. Inició por esa época una ardua lucha legal por la custodia de sus wawas, pero a su hijita- a la que escribió varios poemas- sólo la recuperó de adulta.
Flora fue sobreviviente de femicidio, su marido trató de asesinarla disparándole, pero ella no murió. En 1833, viajó a Perú a reclamar una herencia de su padre y su activismo obrero socialista y feminista parece subrayarse en esa etapa de su vida. En 1847 publica uno de sus libros "La Unidad Obrera". Muchas veces explica en sus discursos y escritos porqué- desde su mirada- los obreros no deben repetir la opresión que sufren de parte de la burguesía, hacia las mujeres. Su libro "La Unidad..." es publicado un año ante de que Marx y Engels publiquen el "Manifiesto Comunista", pero ellos no mencionan a Flora.
Carmela Jeria, obrera, Belné de Sárraga, médica
Carmela fue chilena, obrera tipógrafa, escribió en la prensa obrera y sacó su propio periódico "La Alborada" donde uno de sus temas recurrentes es defender la libertad de las mujeres y aborrecer lo que llama su esclavitud. "¿Acaso no luchamos nosotras por la existencia?", "¿Es lógico que el hombre sea libre y la mujer esclava?", pregunta en sus columnas.
Belén, nació en Puerto Rico cuando ese país era colonia española, era médica, y cuando vivió en Uruguay dirigió el diario "El Liberal". Escribía y hablaba contra la iglesia por lo que sufrió varios atentados de grupos católicos. Organizaciones del movimiento obrero chileno la invitaron a dar conferencias al Norte de Chile en la primera década del siglo 20. A menudo criticaba que los cristianos siempre despreciaron a la mujer porque como decía San Ambrosio la mujer es la puerta del infierno. Luego de su paso por Chile, mujeres comienzan a organizar los "Centros de Mujeres librepensadoras Belén de Sárraga".
Ellas fueron del movimiento obrero y siendo parte de él, no temieron defender la libertad completa de las mujeres.
Las mujeres siempre hemos trabajado
Si el 8 es el día de la mujer trabajadora, entonces es el día de todas, por más discursos masculinos supuestamente "revolucionarios" traten de dividirnos- para reinar- en obreras, pobres, y las otras, aquellas que no merecerían- que no "mereceríamos"- el día.
Todas trabajamos, siempre. En el trabajo esclavista de la casa, en la junta de vecinos- que es de vecinas mayoritariamente, pero donde hay presidentes varones a menudo-, en el Centro de Padres- que suele ser de madres-, en la población, en el municipio, en la comunidad indígena, en la agrupación equís, en la organización social, en el partido político... La mayoría son actividades impagas, a menudo visibles, que por eso mismo en vez de contribuir a la libertad de las mujeres, sostienen los poderes patriarcales fácticos en todos los niveles: políticio, social, comunitario, familiar... ¿Qué pasaría con una huelga de las mujeres en todas esas instancias?
Expulsión de las europeas
Las mujeres medievales europeas trabajaban. Las de las comunidades beguinas, de mujeres pobres o con pocos bienes, autogestionaban su sobrevivencia. Eran mujeres escapando de maridos agresores, rechazadas por haber sido violadas, niñas huyendo de casamientos pedófilos, etc. Vivieron juntas, se defendieron unas a otras, muchas veces se amaron entre sí. No eran monjas, sí querían se iban con hombres y luego, muchas veces, volvían. Se dedicaban a los textiles, la mueblería, la fabricación de alimentos, la medicina y otros oficios para sustentarse. Pero cuando los gremios de artesanos se institucionalizaron, prohibieron a las mujeres ejercer sus oficios , lo mismo los médicos. Las beguinas finalmente fueron aniquiladas por la Santa Inquisición que las quemó en sus hogueras, donde se estima en 100 mil el número de víctimos, el 90%, mujeres. Este "santa genocidio" fue la criminalización de la resistencia abierta al patriarcado, de mujeres populares, comunitarias y trabajadoras autogestionadas.
Expulsión de las indígenas
En Europa, las mujeres habían sido expulsadas del trabajo y la subsistencia, y de las comunidades, y en Abya yala- América- al menos en el Sur, fuimos obligadas a entrar al "hogar familiar", a colocarnos polleras de "señoras de su casa", despojadas de los protagonismos y poderes que tuvimos ancestralmente- aunque no hubiese sido el mejor de los mundos-. Fuimos despojadas por complicidad interracional e interclasista de varones invasores y varones invadidos. Los hombres indígenas que muchas veces violaron a mujeres españolas "para debilitar al enemigo" y los invasores que violaron y abusaron de nuestras abuelas, juntos, relegando a las indígenas al lugar que ya habían obligado a entrar a las europas.
Unas y otras trabajaron siempre. Sostenían las comunidades, la sociedad y las familias. Lo siguieron haciendo, pero con la memoria borrada de las libertades que alguna vez lograron arrebatar al patriarcado, y con la autogestión de su propio trabajo.
Historia de algunos triunfos de obreras
Si el medioevo con el favor de Dios nos expulsó de la sobrevivencia más digna que es la que surge fruto de nuestro trabajo autogestionado y autónomo, el capitalismo nos retomó para hacernos sus rehenes. Mano de obra más barata que la barata.
Cuando el trabajo remunerado y explotado capitalistamente de las mujeres fue una evidencia tan grande como una catedral, comenzaron las insurreecciones.
El grupo de Historia de las Mujeres de San Francisco- Women's History Group- rescató parte de la historia de las obreras. En noviembre de 1908, habría tenido lugar la insurrección de 20 mil trabajadoras de la confección en Nueva York, que mantuvieron 13 semanas de huelga, en la que sufrieron de hambre, desp¡dos y más de 600 detenciones, pero al final triunfaron.
Consiguieron aumento de salario, reducción de la jornada laboral- trabajaban más de 12 horas y derecho a sindicarse. Así, el 8 de marzo de 1909 para celebrar sus reivindicaciones, habrían llevado a cabo una gran manifestación en la que participan además sufragistas y feministas.
Las consignas eran: voto para las mujeres, fin al trabajo infantil y mejores condiciones de trabajo. Al año siguiente, en 1910, en el II Encuentro Internacional de Mujeres Socialistas llevado a cabo los días 26 y 27 de agosto en Copenhague, Clara Zetkin y Kathy Duncker, proponen la fecha como homenaje a las obreras.
De quema de brujas a quema de obreras
Se cree que en los primeros años, el Día Internacional de la Mujer se festejaba en fechas diferentes según los países, pero siempre en marzo. Según la historiadora Ana Isabel Álvarez, las socialistas estadounidenses lo habrían celebrado desde 1908 y la finalidad habría sido reivindicar el derecho al voto. Por otra parte, desde 1911, se habría comenzado a celebrar en Europa- Alemanía, Austria, Dinamarca y Suiza-, donde las mujeres exigían el fin a la discriminación salarial, derecho a la formación profesional y a ejercer cargos públicos.
La historia que más se ha contado del 8 de marzo es que más de cien obreras textiles murieron encerradas y quemadas vivas en la Triangle Shirt Wais Company, en Nueva York, ya que la salida estaba bloqueada porque los patrones desconfiaban de robos de parte de las obreras. Se dice que la mayoría eran inmigrantes entre los 17 y 24 años. La fecha en que se ubica ese día fatal, varía, se habla del 8 de marzo de 1857, del 8 de marzo de 1908, del 25 de marzo de 1911 y del 27 de septiembre de 1909.
La historiadora norteamericana Mari Jo Buhle investigó ese crimen patronal y habla del 25 de marzo de 1911, día en que habrían muerto las mismas obreras que el año anterior, en 1910 hbían protagonizado la primera huelga llevada a cabo exclusivamente por mujeres en EEUU.
Rusas iniciaron la revolución de Octubre
En el año 1917 las mujeres rusas se amotinaron ante la falta de alimentos, dando inicio al proceso insurreccional que acabaría en el mes de octubre de su calendario- noviembre del nuestro- ese mismo año. Las rusas salieron a las calles "desobedeciendo" las órdenes de los revolucionarios que pensaban que aún no era el momento. El socialismo real de la URSS nunca dio demasiada importancia al acontecimiento de mujeres, la gran celebración siempre fue la hazaña de los varones: la toma del palacio de invierno.
Fue un 8 de marzo en nuestro calendario- un 23 de febrero en el ruso-, que las revolucionarias rusas salieron a su marcha "por el pan" - protestaban contra el hambre a que las sometía el zarismo-. Fueron las mismas compañeras que posteriormente elaboraron la legislación a favor de las mujeres y exigieron la socialización del trabajo doméstico, socialización que los soviets jamás cumplieron.
A la Naciones Unidas, que tratan de reciclar cada lucha que no pueden sabotear, se les ocurrió recién en 1974 decretar el Año Internacional de la Mujer y aprovecharon de "bendecir" el 8 de marzo con su venia. Pero no sólo eso, también se ocuparon cuidadosamente de dar una versión que invisibilizó a las rusas feministas marxistas.
En Chile, el 8 de marzo fue declarado oficialmente Día de la Mujer bajo el gobierno del presiente Salvador Allende.
Importante parece subrayar en este día que las mujeres mvimientistas, activistas, feministas, han sido protagonistas de sus propias luchas durante los 365 día de todos los años y siglos que ya dura el patriarcado.
El día de la mujer
José M. Tojeira, rector de la Universidad09/03/2010
Este lunes recién pasado se celebró el Día Internacional de la Mujer, también llamado, y con toda razón, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un día que comenzó a celebrarse con la dimensión no sólo de la lucha, sino también de la tragedia: 146 trabajadoras textiles que se negaron a desalojar la textilera en la que trabajaban en Nueva York (1908), protestando por las pésimas condiciones de trabajo, murieron quemadas cuando les arrojaron bombas incendiarias para que abandonaran la fábrica. Se trataba de una huelga pacífica en la que se reclamaba mejora de las condiciones de trabajo y fin del trabajo infantil en las instalaciones fabriles.
Hoy, un poco más de cien años después, y tras una historia de luchas con dolores aún muy recientes, debemos reflexionar, desde la plena convicción de la igual dignidad de la mujer y el hombre, sobre los problemas todavía pendientes en nuestra sociedad para poder lograr el pleno respeto a la mujer.
La cultura machista sigue en muchos aspectos ensombreciendo nuestra relación entre hombres y mujeres, y es importante mantener una actitud vigilante, reflexiva y comprometida con el respeto a la plena dignidad de todos y todas los que somos seres humanos. La humanidad es una y las diferencias de sexo enriquecen la unidad, no la dañan ni la reducen.
Cuando las Dignas, entre otras organizaciones, hace ya algunos años, comenzaron a plantear la problemática de la mujer en El Salvador, los ataques e incluso las burlas machistas fueron numerosas. Hoy, en buena parte gracias a su lucha y sus denuncias, los juzgados de familia juegan un papel crecientemente importante en el combate al maltrato de la mujer en el hogar. Queda todavía mucho por hacer y a todos nos toca comprometernos con esta lucha, que es crucial para la plena vigencia de los derechos humanos.
Para vergüenza de toda la humanidad, la trata de personas, principalmente de mujeres forzadas a la prostitución, sigue siendo uno de los negocios que más dinero produce en el mundo. El Salvador no es ajeno a ese modo inescrupuloso e infame de hacer dinero sucio. Perseguir con mucho mayor ahínco este crimen es una necesidad impostergable. El abuso sexual, todavía con dimensiones excesivamente abultadas entre nosotros, debe ser enfrentado desde todos los ángulos posibles: desde una sana educación sexual en la casa y en la escuela, hasta una protección de víctimas adecuada y una sanción severa a los victimarios.
En la dimensión laboral, las injusticias siguen siendo múltiples. Empresas que exigen pruebas de embarazo previas a la contratación o que favorecen especialmente a mujeres esterilizadas a la hora de dar trabajo deberían no sólo ser multadas, sino ser cerradas si persisten en dicha práctica. El muy valioso estudio sobre el trabajo en El Salvador, realizado por el PNUD para los años 2007-2008, nos informaba de que la mujer salvadoreña trabaja como promedio una hora diaria más que los hombres. Y que si se tuviera que pagar el trabajo doméstico no remunerado de la mujer, habría que aportar 5 mil 436 millones de dólares. En ese contexto, que las amas de casa no tengan derecho a pensión al llegar a cierta edad, o al menos a una pensión compensatoria, es simple y sencillamente una canallada y una injusticia descomunal. Porque producen riqueza y ahorran gasto, y porque trabajan más horas.
En el campo político, los partidos viven permanentemente en su particular hipocresía. No hay uno que no afirme respetar la dignidad de la mujer. Pero siguen manteniendo a políticos machistas, justifican tener menos diputadas en sus filas con la falsa aseveración de que la mujer está menos preparada, prometen incrementar la participación femenina en cargos mientras la disminuyen y son incapaces de sancionar afirmaciones, actitudes e incluso actos ferozmente machistas y, en ocasiones, ilegales en su miembros de confianza. Es impostergable que el Gobierno propugne en la Asamblea que al menos una tercera parte de los diputados responda a uno cuota de género.
E incluso en el terreno religioso y social, no faltan líderes sedicentemente espirituales, o miembros activos en las diversas comunidades eclesiales, que defienden a capa y espada, apoyándose en su propia incapacidad de entender la palabra de Dios, que el hombre tiene primacía sobre la mujer. Y de ahí al abuso, humillación, explotación y menosprecio de la dignidad de la mujer no hay más que un paso.
Tanto a nivel cultural como legal, político y organizacional nos queda mucho por hacer. Que estos días en que celebramos a la mujer trabajadora no queden en el olvido o en la pura fraseología; es una obligación de todos si queremos decirnos demócratas, civilizados, humanistas o cristianos.
Este lunes recién pasado se celebró el Día Internacional de la Mujer, también llamado, y con toda razón, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Un día que comenzó a celebrarse con la dimensión no sólo de la lucha, sino también de la tragedia: 146 trabajadoras textiles que se negaron a desalojar la textilera en la que trabajaban en Nueva York (1908), protestando por las pésimas condiciones de trabajo, murieron quemadas cuando les arrojaron bombas incendiarias para que abandonaran la fábrica. Se trataba de una huelga pacífica en la que se reclamaba mejora de las condiciones de trabajo y fin del trabajo infantil en las instalaciones fabriles.
Hoy, un poco más de cien años después, y tras una historia de luchas con dolores aún muy recientes, debemos reflexionar, desde la plena convicción de la igual dignidad de la mujer y el hombre, sobre los problemas todavía pendientes en nuestra sociedad para poder lograr el pleno respeto a la mujer.
La cultura machista sigue en muchos aspectos ensombreciendo nuestra relación entre hombres y mujeres, y es importante mantener una actitud vigilante, reflexiva y comprometida con el respeto a la plena dignidad de todos y todas los que somos seres humanos. La humanidad es una y las diferencias de sexo enriquecen la unidad, no la dañan ni la reducen.
Cuando las Dignas, entre otras organizaciones, hace ya algunos años, comenzaron a plantear la problemática de la mujer en El Salvador, los ataques e incluso las burlas machistas fueron numerosas. Hoy, en buena parte gracias a su lucha y sus denuncias, los juzgados de familia juegan un papel crecientemente importante en el combate al maltrato de la mujer en el hogar. Queda todavía mucho por hacer y a todos nos toca comprometernos con esta lucha, que es crucial para la plena vigencia de los derechos humanos.
Para vergüenza de toda la humanidad, la trata de personas, principalmente de mujeres forzadas a la prostitución, sigue siendo uno de los negocios que más dinero produce en el mundo. El Salvador no es ajeno a ese modo inescrupuloso e infame de hacer dinero sucio. Perseguir con mucho mayor ahínco este crimen es una necesidad impostergable. El abuso sexual, todavía con dimensiones excesivamente abultadas entre nosotros, debe ser enfrentado desde todos los ángulos posibles: desde una sana educación sexual en la casa y en la escuela, hasta una protección de víctimas adecuada y una sanción severa a los victimarios.
En la dimensión laboral, las injusticias siguen siendo múltiples. Empresas que exigen pruebas de embarazo previas a la contratación o que favorecen especialmente a mujeres esterilizadas a la hora de dar trabajo deberían no sólo ser multadas, sino ser cerradas si persisten en dicha práctica. El muy valioso estudio sobre el trabajo en El Salvador, realizado por el PNUD para los años 2007-2008, nos informaba de que la mujer salvadoreña trabaja como promedio una hora diaria más que los hombres. Y que si se tuviera que pagar el trabajo doméstico no remunerado de la mujer, habría que aportar 5 mil 436 millones de dólares. En ese contexto, que las amas de casa no tengan derecho a pensión al llegar a cierta edad, o al menos a una pensión compensatoria, es simple y sencillamente una canallada y una injusticia descomunal. Porque producen riqueza y ahorran gasto, y porque trabajan más horas.
En el campo político, los partidos viven permanentemente en su particular hipocresía. No hay uno que no afirme respetar la dignidad de la mujer. Pero siguen manteniendo a políticos machistas, justifican tener menos diputadas en sus filas con la falsa aseveración de que la mujer está menos preparada, prometen incrementar la participación femenina en cargos mientras la disminuyen y son incapaces de sancionar afirmaciones, actitudes e incluso actos ferozmente machistas y, en ocasiones, ilegales en su miembros de confianza. Es impostergable que el Gobierno propugne en la Asamblea que al menos una tercera parte de los diputados responda a uno cuota de género.
E incluso en el terreno religioso y social, no faltan líderes sedicentemente espirituales, o miembros activos en las diversas comunidades eclesiales, que defienden a capa y espada, apoyándose en su propia incapacidad de entender la palabra de Dios, que el hombre tiene primacía sobre la mujer. Y de ahí al abuso, humillación, explotación y menosprecio de la dignidad de la mujer no hay más que un paso.
Tanto a nivel cultural como legal, político y organizacional nos queda mucho por hacer. Que estos días en que celebramos a la mujer trabajadora no queden en el olvido o en la pura fraseología; es una obligación de todos si queremos decirnos demócratas, civilizados, humanistas o cristianos.
América Latina y El Caribe es la región con mayores desigualdades en la distribución de la riqueza. Las chavas, chica, joven o como nos queremos denominar, representamos la mayor parte de la población total, por ser jóvenes y por ser mujeres se nos condena a vivir en mayor desigualdad. Nuestra generación ha tenido más avances gracias a las luchas de otras mujeres que reivinidicaron nuestra dignidad y nuestra autonomía.
Sin embargo en esta generación nos enfrentamos a problemáticas contradictorias: un avance tecnológico y globalizado no ha significado mejores condiciones para nosotras. Día a día luchamos por mejorar nuestras condiciones y ejercer nuestros derechos.
Hoy:
Seguimos luchando porque nuestros no se nos desplace por ser mujeres, o se nos exija trabajo doméstico o mayores responsabilidades distribuidas de manera inequitativa y equívoca.
Trabajamos porque en nuestras comunidades, pueblos o ciudades no seamos agredidas, acosadas o traficadas sexualmente. Porque las que vivimos en fronteras no seamos objeto del feminicidio. Porque en los conflictos armados nuestros cuerpos no sean utilizados como botín de guerra.
Nos movilizamos para acceder a una educación laica, para que no seamos expulsadas de las escuelas por estar embarazadas. Por el derecho a decidir y que se nos respete por ello. Por el derecho a tener un empleo pagado equitativamente donde no exista acoso laboral y que no seamos mano de obra barata en las maquilas u otro empleo formal por el hecho de ser mujer o joven.
Exigimos que nuestros cuerpos no sean objetos de consumo y que no se nos encasille en estereotipos sexistas donde las alternativas se reducen a seguir las modas infundadas como la anorexia, bulimia, la depresión, inconformidad con nuestro propio cuerpo, contradiciendo a quiene no tienen garantizada una alimentación mínimamente respetables en las zonas más pobres y marginadas de la región.
Buscamos se nos reconozca como jóvenes, no sólo como niñas, madres o hijas sino como MUJERES JÓVENES; heterosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, caucásicas, afrodescendientes, indígenas, desde nuestras diversidades, esencialmente ciudadanas todas NOSOTRAS.
Generamos acciones para que en los medios de comunicación no se sigan reproduciendo estereotipos e imaginarios sobre nosotras, ni sobre ninguna mujer.
Nos unimos para estar, aparecer y ser parte de la realidad que construimos entre todas las personas. Por mi voz y por nuestras voces.
Así en el marco del 8 de marzo , hacemos un llamado a todas las personas y los gobiernos que nos representan:
- A construir relaciones equitativas, solidarias, que rompan el poder machista, adultista, lesbofóbico, racista y patriarcal que reproducimos en la familia, en las escuelas, en los medios de comunicación y en todas las comunidades.
- A visibilizar las particularidades y a reconocer la diversidad que las distintas mujeres jóvenes enfrentamos en la región por nuestra condición indígena, afrodescendiente, preferencia sexual, entre otras.
- A que los gobiernos nos reconozcan como actoras sociales, desde lo estratégico y político y no dentro de un ajeno conglomerado de mujeres y jóvenes.
- A diseñar e implementar políticas, acciones y programas que generen condiciones donde se mejoren las situaciones de desigualdad e injusticia social que vivimos.
- A cosntruir pactos de respeto y solidaridad entre personas donde las relaciones con el medio ambiente se construyan de forma equitativa y no violenta.
- A respetar y hacer valer el ejercicio de mi autonomía sexual y reproductiva, que los gobiernos destinen recursos y programas amigables a mi edad para poder de los avances científicos y la información oportuna sobre mi cuerpo y mi sexualidad.
Porque todas somos una, porque no llamamos María, Sofía, Nilda, Yunuén, Marianela, Silvia, Claudia, Marinana, Lucía, Paula, Cecilia, Silvana, Elena, Camila, Klara, Salomé, Lorena y vivimos en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela, etc. Todas en América Latina.
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